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La crisis financiera y económica en la que nos vemos inmersos, tiene como objetivo el desmantelamiento del estado social en el que hemos vivido y con ello la destrucción de los derechos y libertades conquistados a lo largo de décadas.


Nuestros gobernantes han usurpado la soberanía del Pueblo y se afanan con rapidez en desmontar los pilares fundamentales de la democracia: la libertad, la igualdad, la justicia y la solidaridad, estando al servicio del poder financiero, económico y de las grandes corporaciones para llevarnos a una sociedad de ricos y pobres, que está privatizando los servicios públicos sociales básicos como son la sanidad y la educación, para convertirlos en lucrativos negocios.


Son estos mismos gobernantes y políticos los que dicen y repiten ser nuestros representantes, los representantes del Pueblo y los defensores y garantes de nuestros derechos.


Pero tras estos años de crisis, muchos ciudadanos nos estamos dando cuenta de que nuestros gobernantes y legisladores no defienden ni garantizan nuestros derechos, muy al contrario, comprobamos día tras día que el trabajo se precariza, que los jóvenes no pueden organizar sus vidas, que la gente sin trabajo es desalojada de sus casas, que los servicios de salud se deterioran, que las aulas de las escuelas públicas se saturan de alumnos, que las pequeñas empresas y negocios familiares quiebran, que los científicos tienen que emigrar, que salir a la calle a protestar por estas situaciones injustas es cada día más arriesgado por la brutalidad de la policía y por el apresurado decreto de leyes represoras.


Nos damos cuenta, en fin, de que este sistema político vacía de contenido los escasos avances sociales de la Constitución del 78 y no es capaz de protegernos de los abusos de poder, que permite tomar decisiones injustas sobre nuestras vidas y que, por lo tanto, no podemos ni debemos aceptarlo en silencio.


Muchos ciudadanos nos preguntamos si es posible hacer algo para reaccionar ante esta situación. Claramente la solución está en nuestras manos, somos la mayoría, los poderes económico y político dependen de nuestro trabajo, de nuestra aceptación o rechazo ante sus abusos y mentiras, ante su decisión de que seamos nosotros quienes paguemos su corrupción y su pésima gestión de nuestros recursos. Para salir de esta situación injusta debemos empoderarnos, recuperar la soberanía del Pueblo, esa que reconoce el artículo 1.2 de la Constitución: “LA SOBERANÍA RESIDE EN EL PUEBLO, del que emanan los poderes del Estado”, debemos hacer realidad este artículo y ejercerlo.


El camino para ello es la redacción de una NUEVA CONSTITUCIÓN que garantice nuestra vida en un verdadero Estado democrático, en el que todos los ciudadanos vivamos en condiciones de libertad, justicia y solidaridad, con completa garantía de derechos e igualdad de oportunidades. Para ello tenemos que impulsar un PROCESO CONSTITUYENTE democrático desde abajo, que culmine en una ASAMBLEA CONSTITUYENTE a través de la que todos decidamos las reglas del juego de nuestra convivencia.


En el movimiento CONSTITUYENTES trabajamos para conseguirlo. Participa, decide tu propio futuro. Indignarse no es suficiente, únete a nosotros porque todos somos necesarios y juntos podemos cambiar las cosas.

 

¿Qué hacer ante la perdidad de los derechos sociales?

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